Jesús ya no es anuncio, no es profecía, sino que es realización y cumplimiento de todo aquello que habían anunciado los profetas.
P. Joan Amengual Jaume
Lectura del llibre d’Isaïes (Is
8,23b-9,3)
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En temps passat, el Senyor humilià
el país de Zabuló i de Neftalí, però a la fi dels temps enaltirà el camí del
Mar, l’altra banda del Jordà, Galilea dels pagans. El poble que avançava a
les fosques ha vist una gran llum, una llum resplendeix per als qui vivien al
país tenebrós. Els heu omplert de goig, d’una alegria immensa; s’alegren
davant vostre com la gent a la sega, com fan festa els vencedors quan
reparteixen el botí. Heu trossejat el jou que li pesava, la barra que duia a
l’espatlla i l’agulló del qui l’arriava; tot ho heu trossejat com al dia de
Madian.
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Lectura de la primera carta de sant Pau
als cristians de Corint (1Co 1,10-13.17)
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Germans, pel nom de Jesucrist, el
nostre Senyor, us demano que aneu d’acord i que no hi hagi divisions entre
vosaltres; estigueu ben units en una sola manera de pensar i en un sol parer.
Perquè alguns de la casa de Cloa m’han parlat de les desavinences que hi ha
entre vosaltres. Vull dir que cadascú de vosaltres afirma: «Jo sóc partidari
de Pau», «Doncs jo, d’Apol·ló», «Jo, de Quefes», «Jo, de Crist». Com és això?
El Crist està dividit? És que Pau ha estat crucificat per vosaltres o heu estat
batejats en el nom de Pau? Crist no m’ha enviat a batejar, sinó a anunciar
l’evangeli, i a fer-ho sense recórrer a un llenguatge de savis, perquè la
creu de Crist no perdi el seu valor.
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Lectura de l’evangeli segons sant Mateu
(Mt 4,12-23)
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Quan Jesús sentí a dir que Joan
havia estat empresonat, se’n tornà a Galilea, però no anà a viure a Natzaret,
sinó a Cafar-Naüm, vora el llac, a la regió de Zabuló i de Neftalí, perquè
s’havia de complir allò que anunciava el profeta Isaïes: «País de Zabuló i de
Neftalí, camí del mar, l’altra banda del Jordà, Galilea dels pagans: El poble
que vivia a les fosques ha vist una gran llum, una llum resplendeix per als
qui vivien al país tenebrós.» Des d’aquell temps Jesús començà a predicar
així: «Convertiu-vos, que el Regne del cel és a prop.»
[Tot vorejant el llac de Galilea, veié dos germans, Simó, l’anomenat Pere, i Andreu. Estaven tirant el filat a l’aigua, perquè eren pescadors, i els digué: «Veniu amb mi, i us faré pescadors d’homes.» Immediatament abandonaren les xarxes i se n’anaren amb ell. Més enllà veié altres dos germans, Jaume i Joan, fills de Zebedeu. Eren a la barca amb el seu pare, repassant les xarxes, i Jesús els cridà. Ells abandonaren immediatament la barca i el pare, i se n’anaren amb ell. I anava per tot Galilea, ensenyant a les sinagogues, predicant la bona nova del Regne i guarint entre la gent tota malaltia. |
Homilia:
Queridos hermanos, durante un tiempo, en la Navidad,
el evangelista nos ha ido presentando el nacimiento y la infancia del Señor,
aquel tiempo que terminaba con el domingo del día del Bautismo del Señor. Y nos
encontramos en estos primeros domingos del tiempo ordinario litúrgico con la
presentación del Reino de Dios que Jesús, una vez que se ha enterado de que
Juan el Bautista, su precursor, ha sido encarcelado, comienza a anunciarlo.
Y, esto es significativo también, que nos demos
cuenta de que la primera lectura del Antiguo Testamento, en este caso del
profeta Isaías, está siempre anunciando aquello que en Jesús se va a realizar
en plenitud. Jesús ya no es anuncio, no es profecía, sino que es realización
y cumplimiento de todo aquello que habían anunciado los profetas. Y es también
significativo que caigamos en la cuenta, no solamente de lo que Jesús dice o hace
cuando comienza a predicar el Reino de Dios o en el desarrollo de toda su
actividad misionera, sino que también es significativo que caigamos en la
cuenta en las circunstancias que rodean esta predicación y estas obras de
Jesús.
En el libro de Isaías, cuatro siglos antes de la
venida de Jesús, se hablaba de la tierra de Zabulón y de Neftalí, de la Galilea
de los gentiles. Era una tierra que había sido humillada con las invasiones de
otros pueblos y a la que el profeta le anuncia que sobre ella va a venir una
luz que la va a liberar de esa situación, de su sufrimiento y de su esclavitud
y que la va a traer la alegría de la salvación. Es en Galilea de los gentiles,
una tierra fronteriza en el extremo del pueblo judío, que no solamente había
sido objeto, a veces, de invasiones de otros pueblos paganos, sino que en
tiempos de Jesús era una tierra que no era ni mucho menos el centro ni religioso
ni político del pueblo judío, que se encontraba en Jerusalén, como saben. Sin
embargo Jesús comienza también su predicación y el anuncio del Reino de Dios en
esta tierra, la Galilea de los gentiles; deja, verdad, su aldea y empieza a
predicar en Cafar-Naüm, junto al lago de Genezaret, y es allí donde el Señor va
elegir a los primeros discípulos. Como decía antes era Galilea una tierra
fronteriza de lugar de paso hacia otros pueblos, donde convivían, pues, otras
gentes paganas que habían venido de otros lugares y que convivían también con
aquellos judíos fieles al Dios de la Alianza, al Dios Yahvé. Entonces era,
también, una tierra de contaminación pagana donde no se vivía, así pensaban,
verdad, los auténticos judíos, con toda fidelidad la fe en el Dios de la
Alianza; y tanto es así que muchas veces, pues, los judíos que se consideraban
más auténticos y más fieles despreciaban aquella Galilea de los gentiles. Y ahí
es donde Jesús empieza a predicar.
Muchas veces el papa Francisco dice que la Iglesia
tiene que salir a las periferias. Periferias son lugares geográficos a veces,
pero otras veces son lugares también espirituales o personales donde se
encuentra acaso la increencia, donde se encuentra la contaminación de la fe
verdadera con ideas mundanas de consumismo, de hedonismo, de en definitiva el
culto al dios del dinero y del consumo… una mezcla de muchas cosas. Por tanto también
muchas veces nosotros, que nos consideramos cristianos de mucho tiempo, hemos
de pensar que esta Palabra nos viene también a nosotros, nos advierte de que nuestra
fe muchas veces no es tan pura como nos podemos creer. Y que Jesús precisamente
salió a esos lugares más apartados que eran despreciados por los auténticos
o verdaderos (entre comillas) creyentes del pueblo de Dios.
Y es significativo también en este evangelio,
hermanos y hermanas, que Jesús es ahí también cuando elige a sus primeros
colaboradores, sus primeros discípulos. Jesús, evidentemente el hijo de Dios,
podría haber realizado el proyecto de Dios de otra manera para la humanidad, para
redimirnos, para salvarnos. Pero el proyecto de Dios fue desde el principio la
realización en la sencillez, en la humildad, en el abajamiento, en la
solidaridad con la condición humana, incluso con esa condición humana más
humilde, más pobre. Y por eso Jesús también allí en Galilea se va a reunir, va
a llegar a sus primeros discípulos que son unos pescadores, Pedro y su hermano
Andrés; después nos habla de otros dos, Santiago y Juan; y el Señor irá
llamando a otros hasta completar el número de los 12. Y nos hemos de dar cuenta
que también el Señor no elige allá en Jerusalén, allá en el Templo, a sus
discípulos, ni elige gente de la aristocracia, de la intelectualidad, del saber
y del poder, sino a unos humildes pescadores y campesinos que seguramente no
sabían ni leer ni sabían mucho de las escrituras que predicaban los maestros,
los letrados y los fariseos. Pero ellos, dice el Evangelio, lo siguieron de
inmediato (nos dice: “dejaron las redes y a su padre y lo siguieron”). Es
cierto que ese seguimiento tan de inmediato, sin poner a prueba y no escribir
nada, nos puede sorprender, pero tengamos en cuenta, hermanos, que el Señor cuando
llama sabe también, igual que lo sabía de aquellos discípulos, de sus
debilidades, de sus inconsecuencias, de sus negaciones, que a veces también lo
negaron incluso hasta el momento de su muerte en la cruz.
Por eso, lo que mejor podemos agradecer en este día es
que también nosotros, en esa lista inmensa de todos aquellos que nos han
precedido y que comenzó con aquellos 12 discípulos, a los cuales el Señor
eligió en Galilea, también nosotros hemos sido llamados a seguirle mediante la
fe. Todos nosotros, como decía el apóstol Pablo somos llamados para seguir
únicamente a Cristo, superando todas las divisiones o barreras que a veces nos
enfrentan, de un tipo o de otro. San Pablo advertía de una manera severa a
aquella comunidad que a veces se reunía para celebrar la Eucaristía y entre
ellos, sin embargo, había grandes divisiones; y les dice: así no podéis
celebrar la Eucaristía, así sois un contra signo para aquellos que os ven.
Pues bien hermanos, nosotros como cristianos como
nos dice san Pablo, no somos llamados a seguir ni a Pablo, ni a Apolo, ni a
otro apóstol como Pedro, o cualquiera otro. En la sucesión de los apóstoles y
de los primeros discípulos del Señor hemos sido llamados, nosotros, todos,
desde el Papa al último cristiano que haya sido bautizado, como nos decía hoy
el apóstol Pablo, para que sigamos a Cristo. El único Cristo, como nos decía el
apóstol Pablo, no está dividido. En él únicamente hemos sido bautizados y de él
hemos recibido su Espíritu, para que este Espíritu que el Señor nos ha dado
continúe la acción, la presencia del Reino de Dios que el Señor, allá entorno al
lago de Galilea, comenzó acompañado de aquellos humildes apóstoles que eran el
núcleo original de la Iglesia, Iglesia de la que somos parte y que continuará
según la promesa del Señor hasta el fin de los tiempos.
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